Los días más largos es una novela corta o un relato largo. Narra acontecimientos cotidianos que discurren en apenas una semana desde la mirada de su protagonista.

viernes, 25 de febrero de 2011

CAPÍTULO 1. LA CUENTA ATRÁS.

El  15 de Septiembre un día u otro llega. No vale la pena pasarse todo el mes preguntando cuánto falta para ir al colegio. Eso no alarga los días. Ayer, Sebas, Toño y Marta se probaron el uniforme completo; qué suerte tiene Nuria, que cualquier ropa le sirve porque todavía va a preescolar.  Sebas tendrá que ponerse  el pantalón de Toño  del año pasado, con algún agujero recosido; el suyo se le ha quedado pequeño. Su madre ha estado resoplando  y “jurando en  arameo” toda la semana. No da a basto. Tacha lo que ya tienen y lo que se puede aprovechar. Los libros que les pasa la tía Lucía han quedado nuevos porque las primas  no pegan ni sello; como si  no los hubieran tocado.

A Sebas le hace gracia lo de “jurar en arameo”. “¿Por qué dice eso papá cada vez que mamá se pone nerviosa?”- piensa Sebas.  Si su padre  está harto de  reñir a Toño cuando empieza  con “te lo juro, papá, te lo juro...que yo no he sido” y les explica que lo de jurar no está bien, que  ya vale con prometer y aún, aún. Y lo del arameo, que  a saber si esta lengua ha existido de verdad... A Sebas no le suena haber oído hablar a nadie en este idioma. Pero lo cierto es que a Jorge últimamente no se le cae la frasecita de la boca y no veas tú la rabia que le da a Sole.  “Qué pesado, tú y el arameo; te creerás que haces gracia”.  Toño, muy seguro, abunda en el tema y dice  que mamá “jura en arameo” porque esos señores “antiguos” eran unos quejicas y   mamá,  antes de empezar el curso, no hace más que lamentarse, se pone de los nervios y al final nadie se libra de una bronca. “Dios mío, cómo les crecen los pies a estos niños”, “si estas mochilas todavía pasan...; no hace falta comprar mochilas con ruedecitas, que esto es una pijada”. Cuando a  Sole  le parece que determinadas cosas no son necesarias, dice que son pijadas. Luego les explica una historia bastante larga sobre los niños que viven en África y no tienen comida ni agua potable ni juguetes. Y los rotuladores fosforito, la marca “Nike”- ahí le duele a Toño-, ni saben que existen. El drama de los niños de África es que aprenden demasiado pronto que, para algunos, la vida es una lucha  por seguir viviendo.  A Sebas, la palabra África le pone triste solo con oírla. Imagina explanadas inmensas, interminables, llenas de niños desnudos llorando. Cuando sea mayor, él hará algo para remediar los males del mundo; fijo que lo hará.

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