El 15 de Septiembre un día u otro llega. No vale la pena pasarse todo el mes preguntando cuánto falta para ir al colegio. Eso no alarga los días. Ayer, Sebas, Toño y Marta se probaron el uniforme completo; qué suerte tiene Nuria, que cualquier ropa le sirve porque todavía va a preescolar. Sebas tendrá que ponerse el pantalón de Toño del año pasado, con algún agujero recosido; el suyo se le ha quedado pequeño. Su madre ha estado resoplando y “jurando en arameo” toda la semana. No da a basto. Tacha lo que ya tienen y lo que se puede aprovechar. Los libros que les pasa la tía Lucía han quedado nuevos porque las primas no pegan ni sello; como si no los hubieran tocado.
A Sebas le hace gracia lo de “jurar en arameo”. “¿Por qué dice eso papá cada vez que mamá se pone nerviosa?”- piensa Sebas. Si su padre está harto de reñir a Toño cuando empieza con “te lo juro, papá, te lo juro...que yo no he sido” y les explica que lo de jurar no está bien, que ya vale con prometer y aún, aún. Y lo del arameo, que a saber si esta lengua ha existido de verdad... A Sebas no le suena haber oído hablar a nadie en este idioma. Pero lo cierto es que a Jorge últimamente no se le cae la frasecita de la boca y no veas tú la rabia que le da a Sole. “Qué pesado, tú y el arameo; te creerás que haces gracia”. Toño, muy seguro, abunda en el tema y dice que mamá “jura en arameo” porque esos señores “antiguos” eran unos quejicas y mamá, antes de empezar el curso, no hace más que lamentarse, se pone de los nervios y al final nadie se libra de una bronca. “Dios mío, cómo les crecen los pies a estos niños”, “si estas mochilas todavía pasan...; no hace falta comprar mochilas con ruedecitas, que esto es una pijada”. Cuando a Sole le parece que determinadas cosas no son necesarias, dice que son pijadas. Luego les explica una historia bastante larga sobre los niños que viven en África y no tienen comida ni agua potable ni juguetes. Y los rotuladores fosforito, la marca “Nike”- ahí le duele a Toño-, ni saben que existen. El drama de los niños de África es que aprenden demasiado pronto que, para algunos, la vida es una lucha por seguir viviendo. A Sebas, la palabra África le pone triste solo con oírla. Imagina explanadas inmensas, interminables, llenas de niños desnudos llorando. Cuando sea mayor, él hará algo para remediar los males del mundo; fijo que lo hará.
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