Los días más largos es una novela corta o un relato largo. Narra acontecimientos cotidianos que discurren en apenas una semana desde la mirada de su protagonista.

viernes, 25 de marzo de 2011

CAPÍTULO 12. OTRO DÍA... MÁS.

A las 7 15 pasa Sole por las habitaciones y enciende la luz.

- Buenos días...

Y se pone a tatarear la canción de los “Pets”. Boon dia laralalala que fa bon dia...

Marta salta  de la cama. A Nuria le cuesta un poco más. Y Toño protesta.

- Mamá, que no son ni la 7 30... Déjanos un rato más.
- Hoy no puede ser, que os llevo yo al colegio y me tengo que arreglar.
- ¿Por qué tú? ¿Y papá? pregunta Sebas.
- Papá ha salido muy temprano de casa. Tenía que ir a Barcelona y ha cogido un tren a las 6 30. Va, menos preguntas y levantaos.

Sebas sale de la cama por etapas. Primero se sienta e intenta abrir los ojos. Le pesan los párpados. Cuando lo consigue, da un giro y toca el suelo con los pies. Toño ni eso. Tiene las sábanas enrolladas por todo el cuerpo como una serpentina. Toño da vueltas y vueltas sobre sí mismo mientras duerme. Sueña en voz alta y a veces grita. Esta noche se ha peleado con Peris. “¡Que no las he hecho!”. “Y a mí qué!” “¡Que se vaya usted a la mierda!”. Si ha dicho más cosas, Sebas no se ha enterado. Pero, a juzgar por las sábanas, la  historia tiene toda la pinta de haber sido peor que un combate de lucha libre.

-Toño, levántate, que llegaremos tarde.

Sebas sufre. Sole corre mucho cuando llegan tarde. Y los coches la pitan porque a veces se salta los semáforos en rojo.

-Va, Toño, levántate- suplica Sebas.
-¿Qué hora es?-pregunta Toño con voz de cazalla.
-Ahora las 7 25. Mamá está en la ducha. Si sale y te encuentra en la cama...
-Es que no pienso ir al cole. No tengo las copias hechas por su culpa y qué te apuestas a que no querrá escribir ninguna nota y Peris me machacará. Paso. Levántate tú.

Se avecina tormenta. Sebas se lo sabe de memoria. Se conoce al dedillo las peleas que organiza Toño cuando se planta. Generalmente empiezan por muy poca cosa. Hoy son las copias de Peris. El curso pasado la bulla se armaba casi a diario... Porque de repente caía en la cuenta de que no había acabado unos ejercicios... porque Marta aporreaba la puerta del baño y se ponía nervioso... porque cuando ya estaban en el coche se había olvidado la bolsa de deporte... o porque ni siquiera se había preparado la ropa... porque a última hora enseñaba una nota del tutor que tenía que haber enseñado hace días ...
Este año ni hablar. Sebas está harto de broncas.  Da un salto y se queda tieso a los pies de  la cama de Toño.

-Te levantas, ¿oyes? Que llegaremos tarde por tu culpa.

Sebas ha  pronunciado las palabras que más le duelen a Toño y   Toño sale de la cama como si lo hubieran abofeteado.

-Mi culpa, siempre mi culpa. Gerard se pierde y es mi culpa. Mamá me rompe las copias y es mi culpa. Cuando Peris me castigue otra vez,  yo le diré que es culpa de mi madre... pero como siempre todo es por mi culpa no me creerá y la tira de días sin patio y recogiendo el comedor...

Toño suelta toda la lista de castigos. Los conoce todos porque ha pasado por todos. Sebas escucha sin oír y sale del dormitorio.

-¡Eh! ¿Pasas de mí?- grita Toño, furioso.
-Que no, pero dúchate y ven a desayunar, que es tarde. Ya le diré a Peris que he sido yo... que te he tirado las copias a la basura sin querer.
-Sí, hombre... no te hará ni caso. Peris siempre cree que me busco excusas. Tú no te metas, que yo me sé defender solo.

La discusión termina con una entrada  brusca de Sole en la habitación. Los coge a los dos y  los hace entrar en la cocina con un empujón. Les coloca los tazones de la leche dando un fuerte golpe en la mesa y saca los crispis del armario. El ambiente se caldea. Sebas, mudo. Y Toño que abre la boca y no precisamente para desayunar.

-¿Me escribes la nota, mamá?- él a lo suyo.
-¿Pero qué nota, hijo, qué nota? Que desayunes ¡ya!
-Desayuno si me escribes una nota para Peris.-insiste Toño.
-Con Peris te apañas tú; a ver si aprendes a ser más pulido.
-Pues me quedo en casa.

Toño se levanta de la mesa y vuelve a la habitación. Sole lo rescata en el momento justo en que intenta meterse de nuevo en la cama.

-Tienes dos opciones-dice Sole, que ha perdido los papeles- O sales por la puerta, desayunas y te aseas y te vistes o te quedas sin paga todo el año.
-Bueno... se la pido a la tía Luci.
-Te guardarás muy mucho de pedirle nada a la tía. Este juego se ha terminado. En esta casa somos papá y mamá quienes decidimos las cosas. Con que arreando. Hoy te vas al cole sin desayunar. Te quiero vestido en cinco minutos.

Toño le pega una patada a la silla, que sale volando  y da contra el armario.
Sebas está casi listo. Hoy ni tiempo de enjabonarse. Le falta la mochila, pero no se atreve a pasar de la puerta del dormitorio. Sole sienta a Toño en la cama, intenta sacarle  el pijama sin éxito.

-Déjame, que ya sé vestirme solo- protesta Toño.
-A ver, caballero, demuéstramelo.

Sole se queda quieta, observando con el ceño fruncido y Toño empieza por los calcetines y luego los zapatos. Tira de los cordones varias veces... Exasperante. A  Sole ya no le queda paciencia. Le arranca la chaqueta y el pantalón del pijama y le cuela el jersey con una sacudida. Le pone los calzoncillos y el pantalón y lo saca de la habitación. Lo estira del brazo y lo arrastra hacia el baño. Se le va la mano con la colonia y Toño chilla porque le escuecen los ojos.

-¡Que ya me peino yo!

Sole como si oyera llover. Estruja la pasta de dientes y se los cepilla hasta que le sangran las encías.

Sebas aprovecha para coger la mochila y recoge los libros de  Toño que están todos por el suelo. Cuando Sole sale del baño, Sebas se acerca a su madre.

-Mamá, escríbele una nota a Peris. Si no, Toño se las va a cargar.
-Mira, Sebas, ya va siendo hora de que este  niño aprenda.

En el coche el silencio se puede cortar. Es ese silencio previo que huele a tragedia. Sole conduce deprisa, gira el volante con brusquedad  y Sebas aplasta a Toño en una curva cerrada. Es la de siempre y siempre Toño acaba chafado, pero hoy es la excusa para amotinarse.

-Cuando lleguemos al cole me escribes la nota.

Sole no responde.

-¡¡¡Cuando lleguemos al cole me escribes la nota!!! ¿Me oyes, mamá?

Sole oye. Haría falta estar sordo para no oír. Pero está claro que no piensa bajarse del burro. Faltaría más.

La entrada del colegio ya está abarrotada de vehículos.  Sole baja del coche y abre el maletero para que recojan las mochilas. Vuelve a sentarse y arranca sin mediar palabra.

-¡Mierdaaaaaaaaaaaaa!- grita Toño cuando Sole ya ha arrancado.

Peris pasa por su lado.

-Menudo numerito, ¿eh, majete?-comenta con ironía- ¿Es así como tratas a tu madre?

Se podría haber callado. Porque Peris cuando habla ofende. Y a Toño solo le faltaba esa puntilla para rematar la escena.

-Corre a clase, que ahora toca lengua. Y prepara las copias.
-No las tengo-contesta Toño.

El tono de Toño es impertinente. Se ha quedado quieto, mirando desafiante a los ojos de Peris, como esperando respuesta.

-¿Ah? ¿No las has hecho? Pues empezamos bien.
-Y a mí que me importa. Empiezo como me da la gana. Y sí que las he hecho, pero mi madre me las tiró a la basura. O sea que se lo pregunta a ella.

Durante el transcurso de la conversación se han ido acercando algunos curiosos, que saben que donde está Toño hay lío. A Sebas le duele el estómago. ¿Por qué nunca se le ocurre nada? La Srta. Mellado acelera el paso y coge de la mano a Marta y a Nuria.

-Toño. Con este cuento le vas a otro. Y la próxima vez, búscate una excusa más convincente.
-Le estoy diciendo la verdad. Llame a mi madre, si quiere...

Peris no lo deja continuar. Lo agarra del brazo y se lo lleva a Secretaría. Los mirones siguen observando desde las escaleras. “Le va a caer una...”. “¿Lo habéis oído? A mandado a su madre a la mierda”...

Suena el timbre. Sebas debería estar ya en clase, pero se queda en un rincón del edificio de Secretaría. No pierde de vista a Toño, que ha dejado la mochila en el suelo y se dedica a arañar el reposabrazos del sofá mientras pega patadas a  una mesa de centro con muchos ceniceros. La secretaria le hace señas  y nada, Toño a lo suyo, concentrado en estropear el mobiliario.

¿Qué le va a pasar a Toño? ¿Por qué su madre no le ha escrito la nota? ¿Qué le costaba? La tía Luci lo hubiera hecho. Incluso Jorge, que se ponía en plan duro al principio pero al final acababa cediendo. Por una chorrada de copias, que tampoco son importantes unas copias. ¿Y un día se puede volver del revés por eso?

1 comentario:

  1. Sunsi, Sunsi... este capítulo es lo más. Hasta ahora, claro. Hoy mando un beso a Sebas, mira me ha dao por ahí.

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