Los días más largos es una novela corta o un relato largo. Narra acontecimientos cotidianos que discurren en apenas una semana desde la mirada de su protagonista.

domingo, 13 de marzo de 2011

CAPÍTULO 9. TÍA LUCI

-Soleeee...aquí te traigo a tus joyas- grita Lucía desde el rellano de la escalera.

Todos quieren ser los primeros en tocar el timbre. A pesar del empeño de Toño y de los empujones de Nuria, la que lo consigue es  Marta. Tiene esa habilidad. A lo tonto, a lo tonto y sin meter ruido, se ha escurrido por debajo de las piernas de Sebas, que es el único que se suele estar quieto, y estirando el brazo ha alcanzado el timbre. Cuando Sole abre la puerta  se lanzan sobre ella y la llenan de besos.
-Hija mía, hay amores que matan -comenta Luci en tono irónico-¡Pero niños! Que vais a destrozar a vuestra madre y solo tenéis una, que yo sepa.

A Lucía siempre la pillan desprevenida las demostraciones de cariño de sus sobrinos. Aunque nunca lo manifiesta abiertamente, se le nota una cierta envidia sana. Había que ver la cara de póquer que se le ponía cuando Sebas decía “mamá, qué guapa eres”, o Toño la agarraba por sorpresa y la asustaba “cuánto te quiero mami”... y Nuria, que se acurrucaba en su falda y le pedía que la “achuchase” y le cantase “Macarena” de los del Río “que ojo el mal gusto que tiene la Yuya”... o Marta, que cuando cree que nadie la mira  le daba un beso de esos que atraviesan la mejilla.

-Venga, a merendar, y mientras me contáis qué tal el primer día, ¿vale? Pero primero dejáis las mochilas en su sitio. Vamos a ver si empezamos el curso con buen pie.

Sole, esta Sole….

-Desde luego, qué poco flexible eres, chica. Con la ilusión con la que llegan los pobres críos y tú dando órdenes -se lamenta Lucía-. Es que les cortas la espontaneidad, mujer. ¿No ves lo contentos que están de llegar a casa? ¿Qué te cuesta ceder un poco?... tú y tu obsesión por el orden.
-Mira, Luci, vamos a dejarlo ¿quieres? Total, no nos vamos a poner de acuerdo...   -replica Sole en un tono que quiere ser conciliador- Bueno, qué, niños. Supongo que hoy no hay deberes, ¿no?... ¿o sí...? -la duda viene provocada por la cara de Toño, que intenta hacerse el sueco  sin conseguirlo-.

Evidentemente, Toño tiene deberes. No ha abierto el pico y esa es la señal de alarma.

-A ver, Toño –insiste Sole- Si tienes deberes, dilo, los haces y se acabó el problema. ¿Oyes, hijo?
-Claro...todos sin hacer nada menos yo, ¿no? Pues no me da la gana porque yo no tengo la culpa que al cara-culo se le vaya  la bola y se escape. Y si se cree  Peris que voy a hacer las 100 copias, pues mira, ¡que las haga él! Que cada día  lo mismo. Que siempre me las cargo yo y me voy a cagar en las copias del imbécil de Peris, que no sé por qué no lo largan, que nadie lo puede ver...
-Che, che...para el carro, Toño. A ver si lo entiendo –Sole teme lo de siempre- Te han castigado, ¿no?
-Sí, claro...que algún día rociaré el cole con gasolina y lo quemaré. A ver si se enteran. Que parece que solo estoy yo para castigar...-Toño coge carrerilla- Pues que caiga una bomba en el cole y se lo carguen de una vez, que no hay derecho...esto es injusto...y a Peris le voy a pinchar las ruedas del coche a ver si se estrella por la carretera ¿eh? ...se va a enterar este tío...
-¡Toño!, ¡ya basta!  –corta  Sole, indignada- ¿Pero tú sabes la de burradas que estás diciendo? Si te han castigado, algo habrás hecho, ¿no?

Ya está el lío armado. La tía Luci se lleva a las niñas  a la cocina. Y Sebas que no sabe dónde meterse. Toño repite la explicación. Lo han castigado por haber entrado en la zona prohibida cuando buscaba a Gerard y la mala suerte ha sido que, justo en ese momento, Peris ha ido a buscar unos papeles que tenía en el coche. Toño ha pretendido esconderse pero Peris lo ha descubierto, “que Peris, ya se sabe, tiene ojos en el cogote”. Y sin dejar que Toño se disculpase, lo ha cogido por una oreja y lo ha arrastrado hacia  el pasillo de los de Primaria. Bueno...esa es la versión de Toño. O sea, que la culpa no ha sido de Toño sino de Sebas, por haberle explicado lo de Gerard. Los argumentos de Sebas no convencen a Sole. El primer día, tiene que ser precisamente el primer día. Pues vaya estreno el de este curso.

A Toño le toca  castigo y tendrá que pasarse toda la tarde haciendo la copia “No entraré más en la zona prohibida”. Las niñas se ponen a jugar a las canicas, a ver quién gana el bolote de colores y Sebas... pues colgado... entrando y saliendo de la habitación, haciéndose el despistado pero con las parabólicas puestas, a ver si pilla algo como de costumbre. Y pilla. Interesante la charla de la tía Luci luchando con Sole para que  Toño no haga las copias.

-Mira, Sole. A este niño no le perdonan ni una. Pues yo escribía una nota al profesor diciendo que no ha hecho las copias porque a ti no te ha dado la gana. Y santas pascuas. ¡Hombre!... menuda forma de estropear a la criatura. Cualquier día de éstos te lo castigan por haber venido al mundo. Es que no le dejan ni que se explique. Yo de ti lo mandaba a otra escuela. Porque la fama que lleva no se la quitará en su vida. Y eso, mira que te digo, trae malas consecuencias. Y si no, al tiempo.
-Que sí, Luci, que sí...pero tú no sabes lo trasto que es. Que la paciencia tiene un límite y Toño es insoportable. Es cierto que a veces no tiene la culpa...
-Pues ahí está. Que a saber la de veces que lo han castigado sin haber hecho nada, la criatura... ¿Y este corazón que tiene? Eso no lo ven, ¿no? Pues eso es importante. Al final acabará siendo malo, pero la culpa la tendrán ellos...y vosotros por consentirlo. Tú no me escuches...Tú a la tuya...Ya me contarás cómo acaba todo esto.

La tía Luci siempre defiende a Toño. Y muchas veces le dice a Sole que “este niño me tiene preocupada...vosotros no os dais cuenta...pero este niño lo pasa mal...”.

Este verano en Clariana discutieron mucho y una noche los gritos se oían desde la habitación donde duermen Sebas y Toño, que da al jardín.  La tía Luci  decía algo de un médico para Toño y el tío Santiago no estaba de acuerdo. Bueno, la verdad es que el tío Santiago jamás está de acuerdo con  Lucía, o al menos eso parece. Le dice muchas veces  “haz el favor de quitarte la bata de enfermera cuando salgas del hospital” y cosas así...siempre del hospital. Sebas nunca ha visto a la tía Luci con la bata del hospital.  Siempre tiene la cara de color marrón, como si fuera todos los días a la playa, y viste muy bien, mejor que Sole. Es lo que dice la abuela. Y cuando Sole llevaba ropa buena es que se la ha dado Lucía porque a veces va “poco adecuada para la edad” y “si te viera mamá que sales así a la calle, con la cara lavada y con unos tejanitos... que te crees que tienes quince años...”.  

La verdad es que Sebas está muy orgulloso de su madre; parece mucho más joven que las mamás de sus amigos y a él esas señoras tan pintarrajeadas no le gustan nada, “que te manchan cuando te dan un par de besos y a veces huelen muy fuerte a colonia”. Y Jorge nunca le dice cosas a Sole para ofenderla. Santiago sí; el tío Santiago parece que quiera ofender cuando habla, sobre todo a Lucía. Y muchas veces lo consigue. Y cuando a Lucía se le hinchan las narices da un portazo y se va. Pero se va en serio, se va de casa y no aparece hasta la noche.

Un día pasó que se gritaron tanto que Lucía cogió una silla y la lanzó hacia el fondo de la sala. Y estaban todos delante, la abuela, Jorge, Sole, Sara y Mónica...todos. Sebas jamás había visto que sus padres se hicieran esas cosas; “qué fuerte”, decía Toño en voz baja... “¿a que se pegan?”. No se sabe cómo acabó... porque Jorge se fue con Sebas y Toño a dar una vuelta en bici por Clariana . Jorge callado como un muerto. Y Toño dando la castaña, con su rollo de siempre, que ni se acordaba de la pelea... y Jorge ni caso. “¡Papá!... ¡los helados! Que mamá dice que compremos helados para el postre...”. “Papá... ¿estás sordo?...¿no me escuchas?, ¿eh?...”.

Para postres estaba Jorge.
-¿Verdad que hay cuajadas en la nevera y también flanes? Pues ni falta que hacen los helados.

Ya se veía que Jorge no tenía nada que celebrar. A Sebas le daba la nariz que todo era por la tía Luci y el tío Santiago. La verdad es que la cosa era como para estar preocupado. Que si la silla le llega a dar a Santiago en la cabeza lo mata. Suerte que Lucía lo de la puntería no era su fuerte; menos mal.

-Papá... ¿por qué se han enfadado los tíos? – preguntó Sebas con un hilo de voz, cuando Toño había cogido carrerilla- ¿Es porque el tío no quiere que Toño vaya al hospital y la tía sí ? ¿Es eso? ¿Y por qué Toño tiene que ir al hospital de la tía Luci? ¿Puedo ir yo también? Siempre es Toño el que va a todas partes con la tía.
-¡Pero qué tonterías dices!-saltó Jorge, indignado- ¿De dónde te sacas  tú eso del hospital?;  ¡dime!  ¿eh? ¿de dónde?...
-No sé...lo dice la tía. Que Toño tiene que ir al médico y el tío Santiago dice  que no. A lo mejor por eso se han vuelto a enfadar.
-¿Cuándo has oído tú que diga eso Lucía?-replicó Jorge, esta vez con tono de disgusto- ¿Cuántas veces te he dicho que no escuches las conversaciones de los mayores?
-Es que a veces gritáis, papá. Y la tía Luci grita la que más -se lamentaba Sebas, que le sabía mal tener fama de espía-.

Sebas no ha olvidado lo que oyó este verano. De un tiempo a esta parte se da cuenta de que la tía Luci está demasiado preocupada por Toño y esto le lleva a discutir muchas veces con Sole. “Tú tienes una deformación hospitalaria y ves enfermedades donde no las hay”.

 Sebas ha escogido un rincón donde puede oír la conversación  sin ser visto.

-Sole, no quiero que volvamos a lo mismo. Solo pretendo que me escuches y que analices la conducta de Toño. Si no me preocupara no te lo diría.¿Te has dado cuenta de las veces que se lava las manos? Obsérvalo y dime si ves algo raro. Fíjate cuando se va a sentar y las veces que roza el sillón y cuando cierra la puerta ¿no oyes cuatro ruidos seguidos?...
-Pero Luci, hija, esto serán tics nerviosos. No sé por qué le das tanta importancia.
-Porque la tiene -contesta inmediatamente Lucía.- No es lo mismo un tic nervioso que repetir las mismas veces las mismas cosas. Eso ya no son tics, son rituales. Y cuando se empieza así hay que ir rápidamente a un neurólogo. Podría ser perfectamente un inicio de otra cosa que preferiría descartar.
-¿Y de qué va... esa otra cosa? Porque cada día que pasa se inventan enfermedades nuevas... –ironiza  Sole.
-Si me dejas, te lo  cuento y ten por seguro que se te pasarán las ganas de bromear.

Justo en este instante salen las niñas de la habitación. Nuria llora porque no ha ganado el bolote y va de acusica a Sole. Marta  hace señas por detrás, como diciendo “ni caso”.
-No sabe perder, mamá. Ya le he dicho que hagamos otra partida y que a lo mejor la gana ella.- explica Marta.
Pero Nuria ya está en  fase marranada. Se ha tirado al suelo escondiendo la cara entre las manos.

Sebas se ha quedado con toda la preocupación encima por haber  escuchado una conversación sin permiso. Y ahora no sabe cómo deshacer los ovillos enredados que llenan su cabeza. Recuerda el ruidito que hace siempre Toño cuando toca una cosa, que la golpea cuatro veces, así: toc, toc, toc, toc. Últimamente los vasos son su debilidad. Este verano ha roto un montón de esos que tiene la abuela de cristal de colores, que por lo visto tienen valor. “No los pongas, mamá... que te vas a quedar sin”. Las reflexiones de Sole han sido inútiles. A la abuela le hace ilusión sacar unos manteles que tiene guardados desde hace años, las copas bonitas... “me moriré y estará todo por estrenar y estos niños pensarán que la abuela no sabía poner una mesa”. “Tú misma, mamá, pero luego no te quejes”.

Y cuando se acostaban... la pared; toc, toc, toc, toc...
-Que pares ya, tío, que no puedo dormir -se quejaba Sebas-.

Y en el baño con el grifo, arriba y abajo, arriba y abajo... que se hacía la cola de larga para los dientes...y para lavarse las manos, otra vez y otra vez.
-Vale ya, ¿no?- le gritaba Sebas
-¿Qué he hecho yo ahora?-respondía Toño- Por tu culpa me las tengo que volver a lavar.
-Pero si ya te las has lavado mil veces. Va... que tengo pis...
-Pues mea-contestaba Toño nervioso- pero mea callado que me descuento.
-¡Mamááááá....! Toño no sale del baño y tengo piiiiiis-gritaba Sebas.

En Clariana hay dos baños completos y un aseo, pero con tanta gente no te puedes entretener mucho porque si no, te aporrean la puerta. Y Toño es el que más tiempo se pasa en el baño, que hasta la abuela se ha fijado porque ella cuando tiene que ir al baño no puede esperarse mucho.

-Toño, hijo, con lo rápido que eras de pequeño... Anda sal, que hoy voy de corrido- suplicaba la abuela que le cuesta subir escaleras y siempre va al baño de abajo.


Sole está en la cocina terminando las tortillas de la cena.
-Yo no hago más copias, ¿eh, mamá? –grita Toño mientras atraviesa el pasillo dando zancadas, con unos papeles arrugados en la mano.
-¿Cómo dices? Pues claro que haces más copias. Hasta que termines. Pe... pero ¿¿¿qué es esta cochinada????– grita Sole contemplando con desánimo los folios medio rotos y con la tinta corrida.
-Pues las copias, qué va a ser-Toño tan fresco-.
-Digo el papel y la tinta y los manchotes. Es que...-Sole, desesperada, le coge las hojas y las tira a la basura- Y ahora empieza otra vez.
-¡Qué has hechoooo! ¡Tenía ya cuarenta y cinco líneas, mamá!

El enfado de Toño termina en drama. Y  Luci sale de la habitación de las niñas y entra en la cocina hecha una furia arremetiendo contra Sole. Marta y Nuria la siguen. Sebas se queda en la puerta.

-¿Ahora le vas a hacer copiar desde el principio? Vamos, hija, que lo tuyo es de juzgado de guardia. ¿Quieres hacer el favor de pensar un poco las cosas? Primero averigua si en realidad Toño tiene que cumplir este castigo y luego decide. Pero ¿no ves que este crío es incapaz de hacer las cosas con un mínimo de pulcritud? Pues si no es capaz, no se lo exijas, que no puede. Te lo estás cargando ¿oyes? Y sólo tiene doce años.

Todos se han quedado callados. A Sole le cuesta reaccionar y cuando lo hace se pone a dar órdenes.

-Niños, venga, fuera de la cocina. Marta y Nuria, preparad los pijamas que os vais a la ducha. Y vosotros dos, a la sala de estar un ratito que pronto llegará papá. Y de las copias, Toño, ya  hablaremos más tarde.

Silencio en la cocina. Lucía y Sole no hablan.  Sebas aprovecha y entra sigilosamente...   “voy a beber agua”...

-¡Nunca más, Lucía! Si me tienes que decir algo, nunca más delante de los niños. ¡Y te pido por lo más que quieras  que no me desautorices! Si me equivoco es mi problema... -Sole advierte la presencia de Sebas que alarga el agua del vaso todo lo que puede- Sebas, por favor, he dicho que a la sala de estar.

-Voy, mamá.

Sebas sale, pero se queda cerca de la puerta. Está inquieto... ¿Qué le ocurre a Toño?...Nunca había visto a la tía Luci ponerse así por una tontería de unos folios.

-Disculpa, Sole. De acuerdo, en esto llevas razón. Pero me tienes que prometer que hablarás con Jorge y os vais a plantear en serio lo de Toño. Y lo haces hoy. No lo retrases más. Y si os decidís, mañana mismo me lo puedo llevar al hospital, que visita el Dr. Claver.
-Y ya le has pedido hora, como si lo viera... sin preguntarme. He acertado ¿verdad? A ver qué le explico ahora a Jorge.
-Pues le explicas lo que hay -salta Lucía con una seguridad aplastante-.
-Lo que hay... lo que hay... como si fuera tan sencillo hacerle ver a Jorge que hay algo. Él, mientras un crío respire correctamente, a todo lo demás no le da la más mínima importancia. Cada vez que intento sacar el tema me dice que son imaginaciones tuyas. Habló con Santi...
-Y le dijo que voy con la bata blanca todo el día- contesta Lucía, cada vez más alterada- Tú no sabes cómo está Santiago últimamente. Cada día sale más tarde del despacho. No tenemos tiempo de cruzar ni dos palabras. ¡Qué sabrá él de lo que le conviene a Toño, si ni siquiera sabe qué cursos hacen sus hijas!

4 comentarios:

  1. Madre mía, Sunsi... de un tirón, sin respirar. Tal vez me influyan otras cosas, pero esto tiene que salir a la luz. Es tan natural la escritura, tan bien construidas las escenas. No sé si es mejor seguir colgandolo o publicar, consúltalo. Un beso.

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  2. Muchas gracias por tu opinión y por tu perseverancia... lolo. Es que yo no soy objetiva, no sé si el relato "engancha". Me informo. Gracias, gracias, hedbanísima.

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  3. Estoy de acuerdo con lolo.

    Por otra parte, engancha mucho.

    Sigue escribiendo, por favor, aunque no lo cuelgues. Y si no lo cuelgas, avisa de la publicación para comprarlo.

    Gracias.

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  4. ¿Te lo has tragado entero, Nicolás? Muchas gracias. Muchísimas gracias... por tu generosidad.
    Qué bien suena "¡la publicación!" Eso es un sueño... un sueño ya desde mis 12 o 13 años...cuando empecé a escribir...

    Un saludo cordial.

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