Los días más largos es una novela corta o un relato largo. Narra acontecimientos cotidianos que discurren en apenas una semana desde la mirada de su protagonista.

martes, 1 de marzo de 2011

CAPÍTULO 4. UN PATIO DE OLIVOS. GERARD.

Suena el timbre de las Los ratos del patio  son lo mejor del día. Sebas y sus hermanos van a una escuela situada a las afueras de la ciudad. Tiene unas magníficas instalaciones deportivas, un inmenso terreno lleno de olivares y algarrobos.
Muy cerca de la cancha de mini-básquet hay  un olivar de ramas bajas donde Sebas y César tienen montado su laboratorio. El curso pasado fabricaron un coche de carreras con los papeles de aluminio de los bocadillos, tierra, agua y hojas de los árboles. A veces, en las investigaciones del laboratorio también colabora Gerard, que es de un curso inferior a ellos y sus compañeros no le dejan jugar a fútbol. Gerard  llama la atención por su cabeza grande y abultada, con una cicatriz larga y mal cosida justo en mitad de la frente. Habla a trompicones y a veces no se le entiende. Los niños se ríen de él; le llaman “cara-culo”. A Sebas le da pena y por eso le deja ser su ayudante aunque lo haga fatal.

Este verano, Gerard salió por casualidad en una conversación. Cenaban en el jardín, que se está muy fresco. Lo habitual es que Toño saque algún tema “interesante” para retrasar todo lo posible la hora de ir a la cama. La cosa no es nada  sencilla porque los mayores cenan después y Sole a esas horas está  “hasta el moño de niños”. Cantidad de veces han intentado la fórmula de cenar-todos-juntos, pero a Jorge le pone malo que los cubiertos estén de adorno, que el agua del vaso de Toño acabe siempre sobre el mantel, que Nuria tenga ganas de ir al lavabo justo después de primer plato y que el día acabe como el “rosario de la aurora” de la abuelita . Y que a esas horas toca que los niños duerman para que los mayores puedan cenar en paz;  “¿o es que no tenemos derecho después de todo un santo día batallando con esos mocos a los que nunca se les acaba la cuerda?”. A pesar de todo, cuando cuela...cuela y no se sabe por qué feliz coincidencia, esa noche Toño no derramó el agua ni se manchó y Nuria cenaba al mismo ritmo que los demás, pero va Marta y le da por hacer el payaso, arremangándose la nariz  y hablando como si fuese tartaja. “Jo, tú; si parece el  “cara-culo”, saltó Toño. “Que se llama Gerard”, contestó Sebas. “Que se llama “cara-culo”, insistió Toño. Y, claro, la frágil armonía, siempre pendiente de un hilo, se rompió... y se armó la de siempre. Sebas se abalanzó hacia Toño como si lo hubiesen insultado a él, lo agarró de la camiseta mientras lo zarandeaba y le pegaba patadas en la espinilla. “¡Y no tiene la cara de culo! ¡Sólo tiene la cabeza un poco grande y ya está!”. Al final, el vaso de agua de Toño acabó por derramarse y Sole a chillar y la abuelita a poner paz.

Toño tiene dos virtudes, indiscutibles e irrebatibles: alborotar el gallinero sin ser consciente de la que está liando  y hacer una gracia cuando no toca. “Es que es verdad...”. Y dale, vuelta a insistir.  “Todos lo llaman cara-culo y se ríen de él. Que yo no tengo la culpa, ¿eh?”. Toño decía la verdad, pero a Sebas le dolió y le venían a la memoria los empujones, las risotadas y las bromas crueles de las que era objeto Gerard. Se acordaba de todas las escenas que le habían hecho llorar por dentro y le daba rabia aquella cobardía que lo paralizaba y le impedía salir en su defensa. Esa noche, Jorge aprovechó la oportunidad para contarles la verdadera historia del patito feo y Sebas por fin descubrió por qué le quedaba un mal sabor de boca cada vez que veía ese vídeo de Disney. Ahora Sebas ya comprendía su significado. Todo el problema es ser distinto  y que los demás no te acepten únicamente por ser distinto.

Aquella noche de verano Sebas sacó sus conclusiones: algunos niños del colegio decididamente eran crueles y prepotentes; se creían mejores que Gerard porque no es como la mayoría de los niños. No les importaba verle sufrir. Las bromas no eran tomaduras de pelo; eran humillaciones brutales, insistentes, hasta el punto de llegar a hacerle llorar durante horas.

El primer día de clase, después del timbre, Sebas no ha ido directamente al olivar. Tampoco le apetece jugar a fútbol porque todavía le duelen los ojos.  Junto al campo de fútbol ve a Toño chuleándose con las botas nuevas que le han regalado por su cumpleaños. Se las enseña a las gemelas y al Sr. Rodríguez. Ha estado  todo el verano dando la tabarra con las “Nike” y al final la tía Luci se las ha comprado, por supuesto sin el consentimiento de Sole y el consiguiente enfado de Jorge. “Desde luego, tu hermana siempre hace lo que le da la gana”. Justo enfrente del edificio de primaria es donde suele encontrar a Gerard, solo, pegándole patadas a las piedras gordas que encuentra en el suelo del porche. Hoy no está; ¡qué raro! Después de darse una vuelta, entre César, Paula y él organizan una operación de rastreo. Entran en los vestuarios, en la clase de quinto, dan la vuelta al edificio y saltan la valla que da al aparcamiento de los profesores. Y allí está Gerard, sentado encima del capó del coche del Sr. García, balanceando las piernas y moviendo el retrovisor. Lo cogen entre los tres y se lo llevan a rastras. Aquella se supone que es  “zona prohibida” desde que un niño de la E.S.O. se dedicó a rayar todos los coches de los profesores que le habían suspendido. Sebas lo sabe porque se lo contó Toño, que tiene la suerte o la desgracia, según se mire, de estar siempre en medio como el jueves. Es divertido tener un hermano “enterado”, pero a veces al pobre Toño le llegan los bofetones de donde menos lo espera. A todos, especialmente a la abuela y a la tía Luci, les hace mucha gracia Toño. Habla por los codos y siempre gesticula de una forma muy extraña: de repente abre y cierra los ojos, da codazos a los reposabrazos de las butacas, toca todas las manecillas de las puertas que encuentra a su paso... Como no se puede estar quieto, se levanta y se sienta constantemente y, si por casualidad está fijo en una misma baldosa, habla y habla... y escenifica sus discursos con movimientos de manos y piernas. En fin; todo un poema. “Este crío no sabe lo que es la vergüenza”, se suele lamentar Sole mientras mueve la cabeza de un lado a otro, mira al infinito y resopla. “Deja, mujer,… pero si es un encanto”. Eso. Todos encantados, “es que este Toño es la monda”, menos su madre y Sebas; la una porque al cabo del día se le pone la cabeza como un bombo y más de una vez se tiene que tomar una aspirina o una tila y Sebas porque toda la vergüenza que le falta a Toño le sobra a él. En este tema la cosa anda mal repartida en casa de los Peñas.  Sebas no sabe dónde meterse cuando Toño no respeta los semáforos y para la circulación levantando la mano, como si fuera un urbano; o entabla conversación con cualquiera, conocido o no , a él le da igual, y explica la posición del Barça en la liga, los nuevos fichajes o el resultado del último partido de la “Champions”. Es tal su capacidad para acumular datos deportivos que cualquier día lo mandan a un concurso de la tele. Como dice Sole, “un ratito entretiene, pero cosa distinta es aguantarlo todo el día”.  Por eso Sebas piensa que su madre no exagera cuando dice que “a los profesores de Toño hay que hacerles un monumento”, “¡Qué paciencia!, madre mía”; “¡Eso sí que es vocación!”.
De todas formas.... a veces no termina de entenderla. Tan pronto se queja de que Toño es un nervio con patas, “que cualquier día me da algo”, como es su más ardiente defensora “porque este niño tiene un corazón que no le cabe dentro”.  Sebas, cuando era pequeño, pensaba que esto era malo, que si el corazón no le cabía dentro igual tendrían que operar a Toño para meterle otro corazón  y estas cosas de los hospitales le daban pánico. Había visto en muchas películas que para operarte te tienen que dormir y a veces no te despiertas y resulta que te mueres. Pero ya Sole le aclaró que eso del tamaño del corazón era una forma de decir que una persona es muy noble, que tiene buenos sentimientos. 

A Sebas le cuesta mucho entender las “frases hechas”; no las cala a la primera y se lo toma todo al pie de la letra. Como una vez, hace un par de años, que Jorge le dijo que parase de comer patatas fritas “porque vas a reventar”. La advertencia de su padre lo dejó inquieto y le preguntó a Sole qué significaba la palabra reventar. Cuando su madre le explicó que era algo así como cuando se pincha un globo, se puso a llorar.”¿Me voy a morir, mamá? Di ¿cuando reviente me moriré?”. Desde entonces a Sebas no le hacen mucha gracia las patatas fritas; se las come por no oír resoplar a su madre o por no hacer un feo a la abuelita, que las fríe muy tostaditas, como a él le gustan. Historias como estas...solo sabe Sebas las que aún tiene grabadas en su memoria y que por supuesto no piensa contar a nadie porque cualquiera se haría una panzada de reír.



























9 comentarios:

  1. Sunsi, ya he leído los cuatro. Verdad que con estos mismos personajes escribiste algún capítulo en el pensar?
    No sé lo que querrá decir pepa con mmmmmm; a mí me parece un cuento cotidiano, reconocible, incluso conocido. Le estoy cogiendo cariño a Sebas, a Toño, y comprendo a Sole, mucho. Encuentro lugares comunes con tu blog, familia, niños, cole, enseñanza, educación... Es como un tú novelado, luego vas bien. Animo con ello, Sunsi. Volveré, eh?

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  2. ¡Qué memoria, lolo! Sí, son los mismos y es el mismo relato.
    No me extraña que digas eso... "reconocible"... He metido en una cocktelera una parte autobiográfica y otra ficticia. Le he dado un buen meneo. Y ha salido lo que ha salido. Lo tenía guardado. Y pensé ¿por qué no lo sacas ya? La forma más sencilla era vía blog (lo he registrado primero). Es la única manera de acabarlo. Porque el final no lo tengo cerrado...

    De nuestro Driver camionero he aprendido que las historias hay que regalarlas...

    Gracias por los ánimos, lolo. Te agradezco muchísimo también que hayas comentado.

    Un beso, hedbanísima

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  3. Pues mira, a mí cuando leo me pasan dos cosas completamente opuestas.
    CASO 1:No me entero a la primera, y tengo que retroceder varias veces, y luego avanzo, y tengo que pararme, y retrocedo...y al final me aburro y lo dejo para siempre.
    CASO 2:No sólo me entero, sino que las palabras me provocan imágenes instantáneas.
    Me lo paso bien, no tengo que retroceder al leer, y las imágenes se van transformando poco a poco en movimientos.
    Esto suele significar que la lectura es amena, ordenada, los personajes creíbles y tengo ganas de seguir.

    Y por decirlo tan sinceramente como nos lo pides, te diré que de momento no me he parado con la lectura de tu relato largo.

    Ni una vez.

    Y eso significa que estamos en caso 2.

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  4. Te agradezco mucho, muchísimo tu opinión SINCERA, Driver. Espero no defraudarte en las siguientes entregas...

    Gracias de nuevo, camarada.

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  5. Driver, finales abiertos2 de marzo de 2011, 15:19

    Tranquila, hermana.
    Conste en acta que lo mío no es la crítica literaria, es decir la verdad de lo que siento.
    ...
    En cuanto a ese final indefinido...
    No es fácil acabar una historia.
    Al fin y al cabo el lector se acuerda principalmente del comienzo (lo que le engancha o no) y del final (cómo acaba).
    Pero...hay un truco.
    El final abierto.
    ...
    ¿Que la cosa es que el chico se casa o no?
    Acaba con una mano que marca un número de teléfono, y una voz que dice: "Tengo algo muy importante que decirte: ¿tienes algo que hacer los próximos cincuenta años?"
    Final abierto.
    ¿Que la cosa está en si el pelotón de ataque conquista la cumbre por fin?
    El sargento elevó la mirada, nos miró uno y uno y elevando su poderosa voz, nos dijo: "Bien chicos, es un trabajo complicado, pero alguien tiene que hacerlo". Y entonces, sólo entonces dio el primer paso de un día más que complicado".
    Acabas, no matas a nadie, ni dejas de matarlo.
    Bien.

    Y luego están esas historias psicológicas en la que los personajes se han relacionado e interactuado a lo lago de la trama; y hay que acabar de alguna forma y no sabes cómo.
    Y miras por la ventana y ves a un abuelete paseanado con un enano. Y no oyes la conversación, pero te fijas en los gestos de ambos.
    Y entonces aporreas el teclado:
    "Y aquella última tarde que pasaron juntos, decidieron sencillamente estar juntos.
    Compraron una barra de pan.
    Se sentaron en un banco del parque.
    Desmenuzaron cuidadosamente la barra, convirtiéndola en alimento para el picoteo de las almas.
    Y cuando la gente comenzó a abandonar el parque, cuando ya era hora de coger la maleta y despedirse para una larga temporada, cuando la brisa de la tarde se te metía por el cogote y te enviaba a casa, lo hicieron.

    Esparcieron las migajas de pan alrededor del viejo roble.
    Y acudieron cuantas almas provistas de alas volaban en un radio de kilómetro y medio.

    Y comieron enmedio de una tormenta de alas revoltonas.

    El maná bendito.
    ...
    Pones los tres puntitos, y acabas con un toque musical de aleteo de palomas.

    Me gustan los finales abiertos.
    Es una especie de homenaje a la inteligencia e imaginación del lector.
    Dejas que el lector, que está bebiendo a borbotones tus palabras, no se pare en seco al final.
    Le dejas correr un rato después, de leer la última frase.
    Y él se imagina el mejor o el peor de los desenlaces.
    Y ya se sabe; no hay nada que te creas más, que aquello que has sentido por tí mismo.

    Deja el final abierto, hermana.

    No cases al chico, no conquistes la cumbre, no describas una despedida en una fría estación de tren como final de un relato largo.

    Déjalo abierto. Tal vez así, un buen día te apetezca volver a retomar la historia, situarla en otro pais, en otra edad o con otros personajes.

    Y renacerá la ilusión por volver a meterlos en un buen lío.

    Y entonces, tú seras la Reina del Mambo.

    Bailando con letras.

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  6. ...yo he vivido parte de estas historias en primera persona, y no lo digo porque sea protagonista, ni mucho menos; sino porque me recuerdan escenas de mi patio de colegio... Si amigos, yo he comido algarrobas!!! y bien dulces que saben...

    hasta aquí puedo llegar.

    PD Sunsi, estaría bien enunciar en una columna del blog...los personajes, sus nombres y/o su relación o parentesco... (quizá una breve sinopsis)

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  7. *Tomo nota, Driver...Mil gracias.Te las sabes todas, ¿eh?... Faltaría. Eres nuestro "cuenta-cuentos" oficial...
    *Gracias por el comentario, Tomae. Lo que sugieres... verás cómo no es necesario. Pero igual es buena idea, a medida que vayan apareciendo.

    Cuelgo un trocito. Bona nit.

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